Los ajustes no resuelven los problemas
de nuestra economía, sino que los agravan
Cuando se estaban contrastando las
previsiones para el año recién iniciado, acerca de la fecha en la que
alcanzaríamos la cifra de seis millones de parados, se descuelga Bruselas
afirmando que en el mes de noviembre de 2012 y también en el de octubre ya se
había rebasado. Este dato ha caído como una losa sobre la sociedad española. De
confirmarse en la EPA, estaríamos ante una situación insostenible, como lo está
la política que está imponiendo las instituciones europeas y que el Gobierno
sigue con entusiasmo. Ha llegado el momento de hacer un balance de lo
acontecido desde el inicio, allá por mediados de 2010, de la aplicación de las
políticas de recortes. Creemos que resulta imprescindible.
Lo
primero que salta a la vista es que los ajustes no están resolviendo los
problemas de nuestra economía, sino que, por el contrario, los agravan. Este
hecho es tan evidente que no se puede refutar. Pero como hay que buscar
justificaciones, estas se encuentran en afirmaciones tan poco originales,
indemostrables y peregrinas como: “Si no lo hubiéramos hecho sería peor”. O
esta, en apariencia más consistente: “Las reformas darán sus frutos en el
futuro”. Ese argumento tiene como principal valedora a la canciller Merkel, que
repite como un mantra que las reformas estructurales de hace una década, en su
país, dan en la actualidad un resultado muy positivo, manteniendo en esta
profunda crisis el nivel de paro por debajo del 6%. Esta cifra es cierta, pero
lo que parece muy discutible es que se deba a esas tan alabadas reformas. Hay
declaraciones y artículos bien argumentados, que descartan esa vinculación.
Lo
que sí es cierto es que el efecto más dañino de las reformas fue el de crear,
en el mercado de trabajo alemán, un sector de miniempleos de más de siete
millones, atrapando a un número cada vez mayor de personas entre empleos de 1
euro por hora y la vuelta al paro. Alemania tiene una de las franjas de
salarios más bajos de toda Europa y un 20% de su población se encuentra en el
umbral de la pobreza. “Más desigualdad y más pobreza en medio de una economía
boyante, es el efecto principal de las famosas reformas”.
En
la dieta milagro alemana lo que funciona de verdad es
que las empresas tienen un tamaño medio superior al nuestro, han invertido más
en investigación y desarrollo y cuentan con un sector industrial y exportador
más potente. Para algunos analistas, la fortaleza alemana tiene su “fundamento
último en unas relaciones laborales cooperativas y en la participación activa
de los sindicatos en la gestión de las empresas”. De esta manera, vemos cómo lo
que se nos presenta como la dieta
milagro alemana, realmente
es la parte dañina y perjudicial, mientras se deja en la penumbra lo que
realmente tiene que ver con la capacidad de resistencia de su economía. Se
quiere ocultar las ingentes cantidades de dinero público inyectadas en sus
entidades financieras o la protección y opacidad que mantiene el Gobierno
alemán con lassparkasse (cajas
de ahorro locales) a las que ha sustraído del control del supervisor financiero
europeo.
El efecto principal de las reformas
alemanas es más desigualdad y más pobreza en medio de una economía boyante
Desde
la creación de la unión monetaria, Alemania ha ganado 556.000 millones más de
los que ha destinado a ayuda financiera. “No somos un pagador neto, sino un
ganador neto”, así lo afirma el jefe de la oposición socialdemócrata en su
Parlamento. Recientemente la agencia Bloomberg informaba de que por primera vez
desde que cuenta con series históricas (año 1994) Alemania financia su deuda a
30 años a menos del 2%. Alternatives
Économiquesestima que estos intereses tan bajos han reportado unos
beneficios de 70.000 millones de euros, si los comparamos con los 55.000
millones que Alemania pone para los recates de Grecia, Irlanda y Portugal, de
los cuales recuperará una parte importante: el rendimiento es de 15.000
millones. Por cierto, que le pregunten a una empresa española si esa
financiación ayuda a su competitividad.
Otro
mito ideológico que está en entredicho es el de que la mejora de las
exportaciones está indisociablemente unido a la bajada de costes laborales. Las
empresas de nuestro país han sido capaces de aumentar sus exportaciones, pese a
la intensa caída del comercio mundial en 2009 y mantener su cuota exportadora
desde la incorporación a la UEM. Esto ha sido posible por la inversión en
capital físico, calidad de los trabajadores, inversión en I+D.
“Paradójicamente” así lo califica un reciente estudio de BBVA Research, “la
evolución positiva de los costes laborales unitarios en las empresas
exportadoras no ha sido un factor negativo”. Más bien todo lo contrario, añadimos
nosotros. Es la filosofía que ha llevado al Grupo VW a repartir 730 millones de
euros entre sus 97.700 trabajadores de la planta de Wolfsburg por superar
objetivos.
Para
nuestro país, por tanto, podemos concluir que lo que se presenta por nuestros
gobernantes como la verdad revelada y avalada por la experiencia alemana, en
realidad es una falsa promesa de un futuro mejor.
Comenzamos
2013 con más de lo mismo. El Gobierno le dice a la sociedad que este será un
año de más sufrimiento y resignación. De no cambiar, sin duda que será así. La
tasa de ahorro de los hogares ha caído a los niveles más bajos desde que existe
Contabilidad Nacional; hay que remontarse a 1964 para ver una cifra similar, no
se consume y no se ahorra, hay un deterioro intenso de la renta disponible. La
causa es el empleo y la remuneración de los asalariados. Ambos están en
retroceso. Hay que invertir esa tendencia. Nuestra sociedad necesita un mensaje
distinto al de: “2013 será peor, esperemos al siguiente”.
Hay
que buscar alternativas, buscar estrategias que nos permitan, primero, parar
esta oleada de destrucción de empleo; y luego, orientar la economía para
incorporarnos cuanto antes a una senda de creación de empleo. El pasado mes de
diciembre hemos remitido al presidente del Gobierno y al presidente de la
patronal las alternativas sindicales. Medidas urgentes, medidas en el corto
plazo y exigencias a la Unión Europea. Si desde 2010 el objetivo central ha
sido controlar el déficit y no se ha conseguido, planteamos invertir la
ecuación: pongamos como objetivo central la protección del empleo existente y
la creación de nuevos empleos.
En
enero de 2012 las organizaciones sindicales y empresariales firmamos un acuerdo
importante. Con él queríamos contener salarios, beneficios y precios. También
aplicaba medidas de flexibilidad interna para proteger el empleo. Fue papel mojado por decisión del
Gobierno.
Creemos
que la patronal debe retomar el sendero que jamás debió abandonar y que jamás
debió menospreciar el Gobierno. Creemos que lo que debería de intentar hacer
ahora el Gobierno es buscar un amplio consenso nacional que nos permita enviar
un mensaje claro a la UE: nosotros queremos pagar nuestras deudas, queremos
reducir nuestro déficit, pero lo tenemos que hacer pagando tiempo a un precio
razonable. Necesitamos más tiempo que el que la UE nos está dando. Este mensaje
lo deberíamos hacer entre todos. El Gobierno debe parar, reflexionar y
propiciar el consenso. Los sindicatos no somos enemigos de nadie, defendemos
derechos que consideramos legítimos y estamos dispuestos al diálogo, como
siempre.
Cándido Méndez e Ignacio
Fernández Toxo son
secretarios generales de UGT y CC OO, respectivamente: http://elpais.com/elpais/2013/01/17/opinion/1358431970_223930.html